Esto crea una
reacción en cadena que ocasiona grandes daños a nuestras células, daños que se
manifiestan en envejecimiento y un buen número de enfermedades.
Los radicales libres
no son intrínsecamente malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en
cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres
producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son
neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema. Con este fin, nuestro
cuerpo produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las
encargadas de neutralizarlos. Estas enzimas tienen la capacidad de desarmar los
radicales libres sin desestabilizar su propio estado.
Las reacciones químicas de los radicales libres se dan constantemente en
las células de nuestro cuerpo y son necesarias para la salud. Pero, el proceso
debe ser controlado con una adecuada protección antioxidante. Un antioxidante
es una sustancia capaz de neutralizar la acción oxidante de los radicales
libres, liberando electrones en nuestra sangre que son captados por los
radicales libres convirtiéndose en moléculas estables.
El envejecimiento
Aunque no
estemos alertas, cada segundo estamos liberando una batalla interna en nuestros
organismos. Es la batalla de los antioxidantes y los radicales libres.
De donde
vienen los radicales libres? Los procesos normales del organismo producen
radicales libres como el metabolismo de los alimentos, la respiración y el
ejercicio. También estamos expuestos a elementos del medio ambiente que crean
radicales libres como la polución industrial, tabaco, radiación, medicamentos,
aditivos químicos en los alimentos procesados y pesticidas, solo para nombrar
los más comunes.
No todos los
radicales libres son “malos”. Las células del sistema inmune crean radicales
libres para matar bacterias y virus, pero si no hay un control (ejercido por
los antioxidantes), las células sanas pueden ser dañadas.
Los radicales
libres toman electrones de los lípidos y proteínas de la membrana celular, que
al ser dañada, no podrá cumplir sus funciones como el intercambio de nutrientes
y la limpieza de materiales de deshecho, haciendo imposible el proceso de
regeneración y reproducción celular.
En el
interior de la célula, los radicales libres atacan el DNA (material genético)
que provee la matriz para la replicación celular, impidiendo a la célula su
reproducción.
Los radicales
libres contribuyen al proceso del envejecimiento cuando toman el electrón que
les hace falta de las células del tejido colágeno de la piel. Como resultado,
la piel pierde su elasticidad y luce seca y arrugada.
Los radicales
libres también pueden contribuir al crecimiento anormal de las células, al
perder éstas la capacidad de “reconocer” las células vecinas. Esa proliferación
sin control se produce en los tumores benignos o malignos (cáncer).
Muchas
enfermedades crónicas se han ligado directamente con los radicales libres, como
la enfermedad cardiovascular, Alzheimer, accidente vascular cerebral,
hepatitis, hipertensión, artritis reumatoide, lupus, diabetes mellitus,
enfermedad periodontal, colitis ulcerativa, aterosclerosis, fallo renal crónico
y muchas otras.
¿Cual es el
papel de los antioxidantes? Los antioxidantes son sustancias que tienen la
capacidad de inhibir la oxidación causada por los radicales libres (son el
“batallón” que contra resta los daños). Unos actúan a nivel intracelular y
otros en la membrana de las células, siempre en conjunto para proteger a los
diferentes órganos y sistemas.
Son
clasificados de acuerdo a su trabajo y a su localización. Pueden ser enzimas
naturales, antioxidantes obtenidos en la dieta o antioxidantes farmacológicos.
En el
ambiente intracelular tenemos antioxidantes naturales: catalasa, glutation
peroxidasa y superóxido dismutasa. El glutation contiene selenio y ayuda en la
prevención de la formación del radical hidroxilo, también regenera la vitamina
C, que a su vez regenera la vitamina E.
En el plasma
sanguíneo encontramos antioxidantes naturales (proteínas) como la trasferrina,
lactoferrina, ceruloplamina y albúmina. Estos antioxidantes naturales están
disminuidos en los pacientes con diabetes.
Otros
antioxidantes encontrados en el plasma sanguíneo o suero son la bilirrubina,
ácido úrico, vitamina C, vitamina E, beta caroteno, melatonina, flavonoides y
estrógenos. Los minerales selenio y zinc también juegan un papel importante en
el organismo como antioxidantes.
Los
flavonoides son compuestos polifenólicos encontrados en las plantas como frutas
y vegetales, que son excelentes antioxidantes. Comúnmente se encuentran también
en el té (principalmente té verde) y en el vino.
En las frutas
que fueron cosechadas hasta su maduración se encuentran gran cantidad de
flavonoides, carotenoides, licopenes, zantinas, índoles y luteínas, todos con
una potente acción antioxidante.
Si tenemos
antioxidantes naturales en el cuerpo, porque envejecemos o tenemos enfermedades
crónicas? La producción de antioxidantes naturales y los antioxidantes que se
obtienen con la alimentación, no es suficiente para muchas personas. En algunas
condiciones como la polución ambiental, el fumado, comida rica en alimentos
procesados y otras, habrá una producción mayor de radicales libres que los que
el cuerpo normalmente puede combatir y sobreviene la enfermedad y el
envejecimiento.
La
salud empieza en cada una de nuestras células, que están en un proceso
constante de renovación, reparación, reproducción y autodestrucción.
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